Entre las distintas alternativas de inversión que aparecen en la red como instrumentos de trading, los derivados son una de las opciones que más gente suele elegir. Un derivado es un producto financiero que establece su valor en base al valor de otra acción. Esta otra acción toma el nombre de activo subyacente y cada cambio en su valor influencia el valor del derivado sobre el que se invierte, ya sea de manera paralela o inversa y de ahí su nombre, ya que deriva las consecuencias del cambio de precio en este subyacente.
Los derivados se cotizan en mercados como las bolsas de valores o en los llamados mercados OTC (over the counter) y la inversión que se requiere es mínima. Se dividen principalmente en dos categorías: los futuros y las opciones y en ambos casos se trata de una operación en la que se aprovecha de la variación de precio entre el momento en el que se compra y se vende. Esto no es ninguna novedad, pero estos instrumentos financieros igualmente tienen otras particularidades que los diferencian.
En el caso de los futuros, se compra o se vende una acción que se entrega posteriormente, mientras que en el caso de las opciones lo que se compra es más bien un derecho de compra o venta, es decir que llegado el vencimiento no se está obligado a comprar o vender efectivamente la opción. Es como reservar un precio para después elegir si conviene o no comprar o vender, en base a la variación de los precios y a la eventual ganancia que esta puede ofrecer.